Bercianos de Aliste

 

 

Declarada de Interés Turístico Regional en 2011, se caracteriza por su sobriedad y emotividad. Fruto de una profunda y arraigada religiosidad, las gentes de este pueblo han sabido conservar intacta la tradición de representar cada año la pasión y muerte de Cristo. Y lo hacen con tal autenticidad y fervor que incluso los cofrades que desfilan en la procesión del Santo Entierro visten su propia mortaja.

El ambiente que respiran los espectadores es de un realismo y fuerza casi inconcebible en estos tiempos.

 

A primeras horas de la tarde el pueblo se congrega en torno de la iglesia, donde ante una imagen de Cristo crucificado tiene lugar el sermón del Descendimiento. Desde una escalera, dos sacerdotes proceden a descolgar la imagen articulada de Cristo y lo introducen en una urna de cristal. Los penitentes inician entonces el cortejo fúnebre que les conducirá subiendo por una empinada cuesta hasta el Calvario, donde un coro popular entona “Las cinco llagas” y el “Miserere “, y se efectúa la reverencia ante las cruces.

Los cofrades visten túnica y medias blancas, la mortaja que les acompañará en su último viaje y que ha sido tejida por las novias al prometerse en matrimonio. Les siguen los hombres maduros cubiertos con las capas pardas propias de la tierra, uno de los cuales va pidiendo limosna para el entierro de Cristo.

Tras la reverencia, la procesión regresa a la iglesia donde se deposita la urna de cristal, con el cuerpo de Cristo.

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